Nos situamos en la década de los años 30 del siglo pasado, Hércules Poirot empieza a labrarse la reputación de ser, probablemente, el mejor detective del mundo. Este se encuentra en Estambul, casualmente, con un viejo amigo algo más licencioso que él, Monsieur Bouc, quién lo invita a viajar con él en el famoso Orient Express para volver a Londres.

Allá se les unirá un grupo muy variado de viajeros, pertenecientes a todos los confines del mundo: Entre otros, la excéntrica norteamericana señora Hubbard, la princesa Dragomiroff, una mujer grande rusa exiliada, el disciplinado militar británico Coronel Arbuthnot, o la misma Condesa Andreyi, una carismática mujer húngara que despertará en Poirot algo más que un simple interés… A plena noche, una tormenta de nieve detiene el tren en algún lugar perdido de Yugoslavia. Y en la mañana siguiente, uno de los pasajeros es encontrado muerto, apuñalado salvajemente en su cama: Samuel Ratchett, un desagradable hombre de negocios un poco turbios.

La nieve les impide entrar o salir del tren, así que el asesino solo puede ser uno de los ocho pasajeros que viajan a bordo del Orient Express. ¿Pero cuál de ellos ha sido? ¿Y por qué?